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lunes, 9 de diciembre de 2024

Intervalo, cuento breve de Colette

 Cuento para adultos

A continuación, te presento un cuento corto para adultos de Colette, titulado "Intervalo”, junto con un análisis del cuento. Puedes leerlo en este blog y escucharlo en mi canal de YouTube.


Intervalo

¿Te dijeron que durante tu ausencia vivía sola, huraña y fiel, con un gesto de impaciencia y de espera?… No lo creas. Ni soy fiel ni estoy sola. Y no es a ti a quien espero. ¡No te irrites! Lee esta carta hasta el final. Me gusta desafiarte cuando estás lejos, cuando nada puedes contra mí y te contentas con apretar los puños y romper un vaso… Me gusta desafiarte sin peligro, y verte a través de la distancia, muy pequeño, iracundo e inofensivo; ahora tú eres el perro y yo el gato, que te burla subido a un árbol…

»No te espero. ¿Te dijeron que abría apresuradamente mi ventana, desde el amanecer, como aquellos días, en los que andabas, por la avenida, llevando de frente, hasta mi balcón, tu larga sombra? Te mintieron. Si dejé mi lecho, pálida, un poco alucinada por el sueño, no fue porque el eco de tus pasos me llamase… ¡Qué bella es la avenida, rubia y vacía! Ni una rama muerta, ni un ripio detienen mi mirada que campea, y el tachón azul de tu sombra no camina ya sobre la arena inmaculada, que solo han hollado los pies de los pájaros…

«Esperaba únicamente… aquella hora, la primera del día, la mía, la que no comparto con nadie. Te dejaba morder sólo el tiempo necesario para acogerte, para robarte la frescura, el rocío de tu pasaje a través de los campos, y para cerrar sobre nosotros mis persianas… Ahora, el alba sólo me pertenece a mí, a mí sola, que la saboreo, rosa y perlina, como un fruto intacto que han desdeñado los hombres. Y por ella dejo mi sueño, mi sueño que a veces te pertenece a ti… ¿Lo ves? Despierta apenas, y ya te abandono para traicionarte…

»¿Te dijeron también que, hacia el medio día, bajaba descalza hasta el mar? ¿Me espiaron, verdad? Te alabaron mi soledad hostil, y el paseo mudo, sin objeto, de mis pies sobre la playa; te apiadaron al hablarte de mi cabeza inclinada sobre el pecho, en actitud pensativa, y de pronto, estirada, dirigida hacia… ¿hacia qué? ¿hacia quién?… ¡Oh, si me hubieses podido oír! Acabo de reírme, de reírme, de reírme como nunca me has oído reír! Y es que ya no hay sobre la playa alisada por las olas, la menor traza de tus juegos, de tus saltos, de tu violenta juventud, ya no flotan tus gritos en el aire, y tu arranque de nadador no rompe ya la voluta armoniosa de la ola, que se endereza, se inclina, se enrolla como una hoja verde y, transparente, llega hasta mi y se deshace a mis pies…

»¿Esperarte, buscarte? No será aquí, donde nada se acuerda ya de ti. El mar no mece ya barcas; la gaviota que pescaba, arrebatada por la ola, ha volado. La rojiza peña, en forma de león, se prolonga violeta, bajo el agua que la asalta. ¿Pudiste tú dominar bajo tu talón desnudo, ese taciturno león? ¿Y esa arena que cruje al secarse, como seda caliente, la has hollado y registrado? ¿Ha bebido en ti tu perfume como la sal del mar? Me pregunto todo esto andando al medio día, por la playa, e inclino la cabeza, incrédula. Pero a veces me vuelvo, en acecho, como los niños que se asustan de una historia que inventan ellos mismos:—no, no, no estás ahí—; tuve miedo. Creí encontrarte, otra vez con los ojos fijos en mí, como para robarme mis pensamientos… tuve miedo.

»No hay nada, nada más que la playa, que se encoge, se arruga, como bajo una llama invisible. Aún es medio día. ¡No he concluido de ofenderte, ausente! Corro hacia la sombría sala, en la que el día azul se mira en la pulida mesa, en el panzudo armario de color moreno; su frescura huele a cueva y a frutas, por la sidra que espuma en la jarra, por el puñado de fresas en el hueco de una hoja de col… Un solo cubierto. El otro lado de la mesa, frente a mi reluce como el agua al sol. Y no te echaré la rosa ¿sabes? aquella rosa tibia que encontrabas cada mañana en tu plato; la prendo muy alta en mi pecho, y no tengo más que volver un poco la cabeza para acariciarme los labios… ¡Qué ancha es la ventana! Me la ocultabas a medias y nunca había visto, como ahora, el revés malva, blanco casi, de las clemátides colgantes…

»Canto a media voz, dulcemente para mi sola… Y ni la fresa más grande, ni la cereza más negra están en tu boca: se funden deliciosas en la mía… Las codiciabas de tal manera, que te las ofrecía no por ternura, sino por una especie de pudor civilizado ..

»Toda la tarde está ante mi, como una terraza inclinada, radiante en lo alto y que se hunde allá abajo en la tarde indistinta, color de estanque. Es la hora en que me encierro ¿te lo dijeron? ¿Reclusión celosa, no es eso? ¿Meditación triste y voluptuosa de una enamorada solitaria? ¿Qué sabes tú? ¿Qué nombres dar a los fantasmas que acojo y que me apremian con sus consejos? ¿Jurarías que mi sueño tiene los rasgos de tu cara? ¡Duda de mi! Duda de mi, tú que has podido sorprender mis lloros y mis risas, tú, a quien burlo en todo momento; tú, a quien beso nombrándote muy bajo: «Extranjero…» ¡Hasta anochecido te traiciono! Pero por la noche, cuando te he dado una cita, la luna llena me sorprende al pie del árbol donde deliraba un ruiseñor, tan entusiasmado con su canto, que no oyó, ni nuestros pasos, ni nuestros hálitos, ni nuestras palabras entremezcladas… Ninguno de mis días seméjase al anterior, pero una noche de luna llena es divinamente parecida a otra noche de luna llena…

»¿A través del espacio, por encima del mar y de las montañas, vuela tu espíritu a la cita que le doy al pie del árbol? Vuelvo como lo había prometido, vacilante, pues mi cabeza no encuentra ya el brazo que la sostenía… ¡Te llamo entonces, porque sé que no acudirás a mi llamamiento! Bajo mis párpados cerrados, juego con tu imagen, dulcifico el color de tu mirada, el sonido de tu voz, peino a mi gusto tu cabellera, afino tu boca, y te invento sutil, alegre, indulgente y tierno; y te cambio y te corrijo…

»Te transformo… poco a poco, por completo, hasta el nombre que llevas… Y después me voy, furtiva, ligera, avergonzada, como si entrando contigo, bajo la sombra del árbol, saliese con un desconocido…»

 

Análisis del cuento

El cuento "Intervalo" de Colette explora temas como la independencia y la autonomía emocional, mostrando a una protagonista que celebra su soledad y disfruta de momentos únicos, como el amanecer o el contacto con la naturaleza, lejos de la influencia de su amante. También aborda la dualidad entre el amor y la traición, pues aunque afirma haber superado la relación, la narradora aún recrea en su mente la imagen del otro, transformándola según sus deseos, lo que revela una mezcla de homenaje y ruptura. A través de descripciones vívidas del paisaje, el texto reflexiona sobre la memoria y el olvido, representando cómo la ausencia del amante deja huellas sutiles que la protagonista intenta borrar mientras construye un nuevo mundo para sí misma. Finalmente, el relato entrelaza desafío y vulnerabilidad, pues mientras la narradora se afirma independiente y desafiante ante la distancia, también deja entrever momentos de miedo y añoranza que contradicen su aparente fortaleza.

Cuentos en Youtube

Si te gusta este género literario y escuchar los cuentos en Youtube, te recomiendo El ramo azul de Octavio Paz.

jueves, 17 de febrero de 2022

Cuentos cortos para adultos de Colette

 

Antes de presentaros un audiolibro completo en español de cuentos cortos para adultos de esta autora, me gustaría daros a conocer su trayectoria vital.

 

Colette

Nació en Saint Sauveur en Puysaye, Borgoña, 1873. Colette, seudónimo de Sidonie Gabrielle Claudine Colette. Fue una gran novelista francesa, a los veinte años se trasladó a París con su marido, el novelista Henry Gauthier-Villars (Willy). El marido, apercibido del talento para la narración de su joven esposa, obligó a Colette a crear el personaje de “Claudine”, muchacha de instituto que la escritora firmó con el apodo de su marido. La «serie Claudine» que comprende novelas como Claudina en la escuela (1900), Claudine à Paris (1901), Claudina en su casa (1902) y finalmente Claudina desaparece (1903).


Gracias a su obra Diálogos de animales (1904) comenzó verdaderamente la carrera de escritora de Colette. Después de separarse de su marido, para ganarse la vida, Colette se convirtió en actriz de music hall, incluso en el Moulin Rouge. Mantuvo relaciones con la hija de un duque y también con Auguste Hériot, al mismo tiempo que escribía, daba conferencias y actuaba en teatro.

Finalmente, ganó fama literaria con Renée (1910). En 1912 se volvió a casar con Henry de Jouvenel y  tuvo una hija. Aunque gran parte de su actividad estuvo consagrada a artículos y crónicas periodísticas, en 1913 apareció El obstáculo y en 1916 La Paix chez les bêtes.  A partir de 1917, Colette trabajó en textos en los que se mezclaban relato y teatro: Mitsou ou Comment l'esprit vient aux filles (1919) y Chéri (1920), una novela que consolidó su prestigio. La temática de iniciación al amor fue retomada en El trigo verde (1923). Siguieron Al rayar el día (1928), La casa de Claudina (1930) y Sido (1930), así como varios relatos intimistas.

Hacia el año 1927 sus obras eran elogiadas por autores tan famosos y diversos comoMarcel Proust. De sus novelas, la más conocida es Gigi (1945) que fue adaptada al teatro. Su última obra fue En pays connu (1950). En 1953 fue ascendida a gran oficial en la Legión de Honor, grado que sólo otra mujer había alcanzado antes que ella.Ya en el cénit de su talento y su gloria, se instaló en un apartamento cerca del Palais-Royal, en el que vivirá hasta su muerte. Su tercer y último marido, desde 1935, será un amigo de antaño, que había conocido en 1925, un periodista de origen judío Maurice Goudeket.Pese a su escandalosa vida, y habiéndosele negado un funeral católico por su condición de atea, la República Francesa le hizo unos funerales de estado, de forma que ha sido la única escritora francesa que ha gozado de tal honor. Murió en París, (3 de agosto de 1954) y está enterrada en el cementerio del Père Lachaise (París). Si quieres conocer otras anécdotas de esta autora, haz click aquí

 

Cuentos de Colette

Los cuentos que he escogido de esta escritora son: Canción de la danzarina, Los zarcillos de la vid y Noche blanca. Son tres relatos poéticos, con mucho significado.

 

En Canción de la danzarina es un ejemplo notable de eficacia narrativa. En unos pocos párrafos, Colette logra desarrollar una historia verdaderamente cautivadora. En Los zarcillos de la vid, Colette explica las inseguridades de las mujeres a principios del siglo XX. Sin embargo, en Noche blanca, está dedicado a su amante, Mathilde de Morny. En este cuento, la narradora siente la presencia de su amante en su cama a través de su aroma, un halo de perfume que lo envuelve todo. Sin embargo, hay otro aroma que sobrevuela el lecho, el suyo, y un tercero, que expresa la unión entre ambas mujeres.

 

Espero que te gusten estos cuentos cortos para adultos de Colette, si te gustan los cuentos, te invito a escuchar Cuentos de Lorca.

 

 

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