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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Cuentos con valores y sabiduría de Tolstói

 

Cuentos para adultos

A continuación, te presento dos cuentos para adultos de León Tolstói, reconocido como uno de los escritores más importantes de la literatura mundial. Estas historias están cargadas de valores y sabiduría, y espero que sean de tu agrado. Si lo prefieres, también puedes escuchar estos cuentos para adultos en mi canal de YouTube.

 

Lo malo atrae, pero lo bueno perdura

Hace mucho tiempo vivía un hombre bondadoso. Él tenía bienes en abundancia y muchos esclavos que le servían. Y ellos se enorgullecían de su amo diciendo:

 

"No hay mejor amo que el nuestro bajo el sol. Él nos alimenta y nos viste, nos da trabajo según nuestras fuerzas. Él no obra con malicia y nunca nos dice una palabra dura. Él no es como otros amos, quienes tratan a sus esclavos peor que al ganado: los castigan si se lo merecen o no, y nunca les dan una palabra amigable. Él desea nuestro bien y nos habla amablemente. No podríamos desear una mejor vida."

 

De esta manera los esclavos elogiaban a su amo, y el Diablo, sabiendo esto, estaba disgustado de que los esclavos vivieran en tanta armonía con su amo. El Diablo se apoderó de uno de ello, un esclavo llamado Aleb, y le ordenó que sedujera a sus compañeros. Un día, cuando todos estaban sentados juntos descansando y conversando de la bondad de su amo, Aleb levantó la voz y dijo:

 

"Es inútil que elogien tanto las bondades de nuestro amo. El Diablo mismo sería bueno con nosotros, si hicieramos lo que el quiere. Nosotros servimos bien a nuestro amo y lo complacemos en todo. Tan pronto como él piensa en algo, nosotros lo hacemos: nos adelantamos a sus deseos. ¿Cómo puede tratarnos mal? Probemos como sería, si en lugar de complacerlo le hicieramos algún daño. El actuará como cualquier otro y nos devolverá daño con daño, como el peor de los amos haría."

 

Los otros esclavos comenzaron a discutir lo que Aleb había dicho y al final hicieron una apuesta. Aleb debía hacer enojar al amo. Si él fracasaba perdería su traje de fiesta; pero si tenía éxito, los otros esclavos le darían a Aleb los suyos. Además, él prometió defenderlos contra el amo y liberarlos si ellos eran encadenados o enviados a prisión. Habiendo arreglado la apuesta, Aleb estuvo de acuerdo en hacer enojar al amo la mañana siguiente.

 

Aleb era quien se encargaba de cuidar al ganado, y tenía a su cargo una cantidad de valiosos carneros de raza, de quienes el amo estaba muy orgulloso. A la mañana siguiente, cuando el amo trajo algunos visitantes al recinto de los animales para mostrales un valioso carnero, Aleb guiñó un ojo a sus compañeros y les dijo:

 

"Miren ahora como haré para enfurecerlo."

 

Todos los esclavos se reunieron, mirando algunos por la puerta y otros por sobre la cerca, mientras el Diablo se trepaba a un árbol cercano para mirar cómo hacía su sirviente el trabajo. El amo caminó en el recinto, mostrando a sus invitados las ovejas y los corderos, pero deseando poder mostrarles su más fino cordero.

 

"Todos los corderos son valiosos", dijo, "pero tengo uno con los cuernos torcidos, que es inapreciable. Lo estimo como si fuera la luz de mis ojos."

 

Asustado por los extraños, el carnero corría en el recinto, por lo tanto los visitantes no podían ver con claridad al cordero. Tan pronto como se paraba, Aleb asustaba a las demás ovejas como por accidente, y ellas comenzaban a mezclarse nuevamente. Los visitantes no podían saber cuál era el animal preferido. Al final el amo se sintió cansado de todo eso.

 

"Aleb, querido amigo," dijo, por favor agarra nuestro mejor carnero para mí, el único con los cuernos torcidos. Agárralo cuidadosamente y sostenlo quieto por un momento."

 

Apenas el amo había dicho eso, cuando Aleb se precipitó entre las ovejas como un león, y agarró al valioso carnero. Lo tomó por la lana, y luego lo agarró por la pata trasera izquierda, y ante los ojos de su amo se la torció bruscamente hasta que un ruido seco sonó. Él había roto la pata del carnero por debajo de la rodilla. Entonces Aleb lo tomó por la pata trasera derecha, mientras el animal balaba. Los visitantes y los esclavos exclamaron un grito, y el Diablo, sentado en el árbol, se regocijaba de lo bien que Aleb había realizado la tarea. El amo se puso más negro que el trueno, frunció el ceño, agachó la cabeza, y no dijo una sola palabra. Los visitantes y los esclavos estaban en silencio también, esperando ver qué sucedería después. Luego de un rato de silencio, el amo se estremeció como si se sacudiera algo de encima. Entonces él levantó su cabeza, y elevó su vista al cielo, permaneciendo así durante un instante. Las arrugas de su rostro desaparecieron, y con una sonrisa miró a Aleb y le dijo:

 

"¡Oh, Aleb, Aleb! Tu amo te ordenó que me hicieras enojar; pero mi amo es más fuerte que el tuyo. Yo no estoy enojado contigo, pero haré algo para enojar a tu amo. Tú temes que te castigaré, y has estado deseando por tu libertad. Debes saber Aleb, que no te castigaré; pero como tú deseas ser libre, aquí frente a mis invitados, yo te otorgo tu libertad. Ve donde desees, y lleva contigo tu traje de fiesta."

 

Y el buen amo regresó a la casa junto a sus invitados; pero el Diablo, rechinando sus dientes, cayó del árbol, y se hundió en la tierra.

 

Los dos hermanos y el oro

En tiempos lejanos cerca de Jerusalem vivían dos hermanos bien avenidos, el mayor se llamaba Atanasio y el menor Juan. Vivían sobre una colina, no lejos de la ciudad, y se alimentaban de lo que les daba la gente. Todos los días los pasaban en el trabajo. No tenían su propio trabajo sino el de los pobres. Allí donde hubiera tareas dificultosas, donde hubiera enfermos, huérfanos y viudas, allí iban los hermanos y trabajaban sin paga. Así pasaban los hermanos separados toda la semana y solo los sábados por la tarde volvían a su morada. Únicamente los domingos permanecían en casa rezando y conversando. Y el ángel del Señor descendía a su morada y los bendecía. Los lunes se iban cada uno por su lado. Así vivieron los hermanos muchos años y cada semana el ángel del Señor descendía a su vivienda y los bendecía.

 

Un lunes, cuando los hermanos iban al trabajo y ya se habían separado en distintas direcciones, al hermano mayor, Atanasio, le dió pena separarse de su querido hermano y se detuvo y lo observó. Juan iba con la cabeza gacha por su camino y no miró atrás. Pero de repente Juan también se detuvo y como viendo algo, haciéndose sombra con la mano, se puso a mirar fijamente allí. Entonces se acercó a lo que miraba y después saltó de repente hacia un lado y, sin girarse, se puso a correr colina abajo y colina arriba, alejándose de ese sitio, como si una fiera lo persiguiera corriendo. Atanasio se sorprendió y volvió atrás a ese lugar, para saber, de qué se había asustado de esa manera a su hermano. Fue acercarse y ver que algo brillaba con el sol. Se acercó más y encontró que sobre la hierba, como derramado, había un montón de oro. Y aún se sorprendió más Atanasio por el oro y por los saltos de su hermano.

 

"¿De qué se ha asustado y de qué huye? - pensó Atanasio. En el oro no hay pecado, el pecado está en la persona. Con el oro se puede hacer el mal y se puede hacer el bien. ¡A cuántos huérfanos y viudas se puede alimentar, a cuántos desnudos vestir, a cuántos miserables y enfermos sanar con este oro! Ahora servimos a la gente, pero nuestro servicio es pequeño por nuestras pocas fuerzas, y con este oro podremos servir mejor a la gente". Pensó Atanasio y quiso contar todo esto al hermano; pero Juan se había ido tan lejos que no le podía oír y solo se le veía allí, como un escarabajo sobre la otra colina.

 

Y Atanasio se quitó la ropa recogiendo con ella tanto oro como pudo, lo cargó al hombro y lo llevó a la ciudad. Llegó a la posada, dejó en custodia el oro a la posadera y se fue a por el resto. Y cuando trajo todo el oro acudió al mercader, compró terreno en la ciudad, compró piedra, madera, contratró trabajadores y se puso a construir tres edificios: uno sería un refugio para las viudas y los huérfanos, otro un hospital para los enfermos y los desamparados, el tercero una residencia para los ancianos e indigentes. Y encontró Atanasio tres ancianos devotos y a uno lo puso al cargo del refugio, al otro del hospital, y al tercero del cuidado de los peregrinos. Y aún quedaban 3000 monedas de oro. Y Atanasio entregó a cada anciano 1000 monedas de oro para que las dieran a los pobres. Y los tres edicificos comenzaron a llenarse de gente y la gente comenzo a alabar a Atanasio por todo lo que había hecho. Y Atanasio se alegró de esto de manera que no quería irse de la ciudad. Pero Atanasio amaba a su hermano y cuando se despidió de la gente no le quedaba ni una moneda, y con esas mismas ropas viejas con las que llegó se fue de vuelta hacia su morada.

 

Cuando Atanasio se acercaba a su colina pensaba: "Mi hermano no juzgó bien cuando se apartó de un salto y huyó corriendo del oro. ¿Acaso no es mejor lo que he hecho?".

 

En cuanto Atanasio pensó esto de repente vió que en su camino se interponía aquel ángel que los bendecía y que ahora lo miraba de forma severa. Y Atanasio estupefacto solo atinó a decir:

 

- ¿Por qué, señor?

 

Y el ángel abrió la boca y dijo:

 

- Vete de aquí. No mereces vivir con tu hermano. Un salto de tu hermano es más valioso que esos asuntos tuyos que has realizado con tu oro.

 

Y Atanasio se puso a explicar a cuantos pobres y desamparados alimentó, de cuantos huérfanos se había ocupado. Y el ángel le dijo:

 

- Ese Diablo que dejó ese oro para seducirte te ha enseñado esas palabras.

 

Y entonces Atanasio desentrañó su conciencia, y supo que no había obrado para Dios y lloró y se arrepintió.

 

Entonces el ángel dejó libre el camino en el que ya estaba Juan, esperando a su hermano. Y desde entonces Atanasio no cedió a la tentación del Diablo que derrama oro, y supo, que no es con oro, sino con esfuerzo, con lo que se puede servir a Dios y a las personas.

 

Y los hermanos pasaron a vivir como antes.

 

Otros cuentos para adultos

Si te gustan los cuentos para adultos, te recomiendo: El Conuco de Tío Conejo, un cuento antiguo para adultos. 

 

viernes, 1 de abril de 2022

Cuentos con moraleja para adultos de Tolstoi

 

León Tolstoi, novelista ruso, considerado uno de los más grandes escritores de Occidente y de toda la literatura universal y fuente de inspiración en grandes personajes como Gandhi y Martin Luther King.

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuentos con moraleja

 

Antes de presentaros un audiolibro con una selección de cuentos para adultos de este autor, me gustaría mostraros las reflexiones de estos textos que he realizado, puesto que son cuentos con moraleja y que nos invitan a la reflexión.  

 

Cuánta tierra necesita un hombre es un cuento con moraleja, es una reflexión en torno a la idea de que almacenar posesiones materiales no te hace feliz y, al mismo tiempo, te lo puede quitar todo. 

 

Las tres preguntas, es un cuento sobre el valor del presente. Lo mas importante es lo que vives y experimentas en el momento presente. El pasado ya pasó y el futuro está por venir, así que es necesario valorar el presente y dejar de preocuparnos por aquello que va a acontecer, o añorar aquello que hemos vivido. Por este motivo, el único propósito de la vida es experimentar, aceptar nuestro presente, disfrutar, saborear cada momento y amar a los que nos rodean porque el presente es lo que existe y si nos concentramos en lo que querríamos o lo que tuvimos dejamos de vivir y disfrutar de aquello que tenemos ahora. 

 

El origen del mal es un cuento con moraleja que nos hace reflexionar sobre el comportamiento humano, sobre las cosas que hacen que se despierte el mal en las personas, y los lleve a comportarse de una manera inapropiada o fuera de lo común.  Este cuento para adultos nos puede llevar a preguntarnos si verdaderamente se puede evadir el mal de los demás y especialmente el mal propio. Personalmente, creo que cada cual ve el mal reflejado en aquello que le perjudique o dañe a su persona o a su grupo, entonces quizás deberíamos analizar si el mal es algo intrínseco en el ser humano o está regido por una serie de códigos culturales que delinean aquello que es bueno o malo para una sociedad. En diversas culturas, por ejemplo, el canibalismo se practica y no está penado, mientras que en otros países se considera algo inmoral.

 

Aquí puedes conocer otros cuentos para adultos de Tolstoi y su biografía y, ahora, te invito a disfrutar de estos cuentos para adultos deTolstoi.

 

 

 

 

 

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