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miércoles, 18 de diciembre de 2024

El ciego, cuento de Navidad de Emilia Pardo Bazán

Cuento de Navidad

Emilia Pardo Bazán

A continuación, te presento un cuento de Navidad para adultos escrito por Emilia Pardo Bazán, reconocida novelista, periodista, ensayista, crítica literaria, poetisa, dramaturga, traductora, editora, catedrática y conferenciante española. Junto con el cuento, encontrarás un resumen y un análisis de la obra.

Este relato lo he encontrado en este enlace, una web que consulto con frecuencia para compartir cuentos para adultos. También puedes disfrutar de este cuento en formato narrado a través de mi canal de YouTube. Allí encontrarás una versión en audio, ideal para quienes prefieren escuchar relatos mientras realizan otras actividades o simplemente buscan sumergirse en la magia de las historias.


El ciego

La tarde del 24 de diciembre le sorprendió en despoblado, a caballo y con anuncios de tormenta. Era la hora en que, en invierno, de repente se apaga la claridad del día, como si fuese de lámpara y alguien diese vuelta a la llave sin transición; las tinieblas descendieron borrando los términos del paisaje, acaso apacible a mediodía, pero en aquel momento tétrico y desolado.

 

Hallábase en la hoz de uno de esos ríos que corren profundos, encajonados entre dos escarpes; a la derecha, el camino; a la izquierda, una montaña pedregosa, casi vertical, escueta y plomiza de tono. Allá abajo no se divisaba más que una cinta negruzca, donde moría, culebreando, áspid de carmín, un reflejo roto del poniente; arriba, densas masas erguidas, formas extrañas, fantasmagóricas; todo solemne y aun pudiera decirse que amenazador. No pecaba Mauricio de cobarde y, sin embargo, le impresionó el aspecto de la montaña; sintió deseos de llegar cuanto antes al pazo, del cual le separaban aún tres largas leguas, y animó con la voz y la espuela a su montura, que empinaba las orejas recelosa.

 

Arreció el viento y le obligó a atar el sombrero con un pañuelo bajo la barba; el trueno, lejano aún, retumbó misteriosamente; ráfagas de lluvia azotaron la cara del jinete, que ahogó un juramento. ¡Aquello era mala sombra! ¡Justamente empezaba a llover a la mitad del camino! Al punto mismo, el caballo se encabritó y pegó un bote de costado: entre la maleza había salido un bulto. Echaba ya Mauricio mano al revólver que llevaba en el bolsillo interior de la zamarra, cuando oyó estas palabras:

 

—¡Una limosnita! ¡Por amor de Dios, que va a nacer…; una limosnita señor!

 

Mauricio, tranquilizándose, miró enojado al que en tal sitio y ocasión cometía la importunidad de pedir limosna.

 

Era un hombrachón alto, descalzo de pie y pierna, que llevaba al hombro unas alforjas y se apoyaba en recio garrote. La oscuridad no permitía distinguir cómo tenía el rostro; la ancianidad se adivinaba en lo cascado de la voz y en el vago reflejo plateado de las greñas blancas.

 

—Apártese —murmuró impaciente el señorito—. ¿No ve que el caballo se asusta? Si me descuido, al río de cabeza… ¡Vaya unas horas de pedir y un sitio a propósito para saltar delante de la montura! ¡Brutos!

 

El pordiosero se había quedado como hecho de piedra.

 

—¿Dónde está el río? —gritó con hondo terror—. ¿No es aquí el camino de la iglesia de Cimáis? Señor: no me desampare… ¡Soy un ciego! ¡Nuestra Señora le conserve la vista! ¡Pobre del que no ve!

 

Mauricio comprendió. El viejo sin ojos se había perdido; ignoraba dónde se encontraba, y para no despeñarse necesitaba un guía. Sí; convenido; necesitaba un guía… ¿Y quién iba a ser? ¿Él, Mauricio Acuña, que desde Orense regresaba a su casa en tarde de Navidad, a cenar, a pasar alegremente la velada, jugando al julepe o al «golfo» con sus hermanos y primos, fumando y riendo? Si sujetaba el paso de su caballo al lento andar de un ciego; si torcía su rumbo cara a la iglesia de Cimáis, distante buen rato, ¿a qué santas horas iba a hacer su entrada en la sala del pazo de Portomellor? Un instante titubeó: pensaba que no podía menos de sacrificar algunos minutos a colocar al ciego en la dirección de Cimáis y dejarle, ya orientado, arreglarse como Dios le diese a entender. Sólo que era internarse en la «carballeda», exponerse a tropezar en los cepos y en los pedruscos, y, sobre todo, era condescender a los ruegos del mendigo, que no soltaría a dos por tres a su lazarillo improvisado, y si le complaciese en lo primero exigiría lo segundo… ¡Estos pobres son tan lagoteros y tan pegajosos! «Más vale escurrirse», decidió; y sacando del bolsillo un duro, lo dejó en la mano temblona que el viejo extendía, más para implorar que para mendigar; picó al caballo y escapó como un criminal que huye de la Justicia.

 

Sí; como un criminal. Así definió su conducta él mismo, luego, en el punto de refrenar a Maceo, su negro andaluz cruzado, y darse cuenta de que había caído enteramente la noche.

 

Velada por sombríos nubarrones, la luna se entreparecía lívida, semejante a la faz de un cadáver amortajado con hábito monacal. La carretera se desarrollaba suspendida sobre el río que, a pavorosa profundidad, dormitaba mudo y siniestro. El viento combatía, haciéndolos crujir, los troncos robustos de los árboles; un relámpago alumbró la superficie del agua; un trueno resonó ya bastante cercano; y Mauricio se estremeció. Le pareció escuchar ruidos extraños además de los de la tormenta. ¿Se habrá caído el viejo al agua? Detrás, sobre la peñascosa senda, creía escuchar el paso de un hombre que tentaba el suelo con un palo, como hacen los ciegos. Absurdo evidente, pues con la galopada que Maceo había pegado ya quedaría el mendigo atrás un cuarto de legua. Lo cierto es que Mauricio juraría que le seguía «alguien»; alguien que respiraba trabajosamente, que tropezaba, que gemía, que imploraba compasión. Invencible desasosiego le impulsó a apurar nuevamente a su montura para alcanzar pronto el cruce en que la carretera se desvía del río, cuya vista le sugería el temor de una desgracia. ¿Se habrá caído?… Lo que a Mauricio le acongojaba era la idea de haber abandonado a un ciego en tal noche. «Pero ¿cómo fue capaz…? ¡Si parece mentira! Me lo contarían después y no lo creería… Hoy no debía dejar solo a un infeliz», cavilaba, hincando la espuela en los ijares de Maceo. «Y lo más sucio, lo más vil de mi acción fue darle dinero. ¡Dinero! Si a estas horas flota en el Sil su cuerpo…, el dinero ¿de qué le sirve? Creemos que el dinero lo arregla todo… ¡Miserable yo! Estoy por volverme. ¿No viene nadie detrás?…».

 

Maceo volaba; un sudor de angustia humedecía las sienes del jinete. El zumbido de sus oídos y el remolino del viento, profundo como una tromba, no le impedían oír, cada vez más próximas, las pisadas del que le seguía, ya sin género de duda, y percibir la misma respiración entrecortada, el mismo doliente gemido; y el caso es que no se atrevía a volverse, porque, si se volviese, quizá vería la figura del ciego mendigo, alto, descalzo de pie y pierna, con el zurrón al hombro, el cayado en la mano y reluciente en la oscuridad la plata de sus blancas greñas…

 

«¿Estaré loco? —pensó—. ¡Ea!, ánimo… Debo volverme…». Y no se volvía; su garganta apretada, su corazón palpitante, le hacían traición; sufría un miedo espantoso, sobrenatural. Apretó las espuelas, y el caballo, excitado, aceleró el tendido galope, sacando chispas de los guijarros del camino. La tempestad estaba ya encima: el relámpago brilló; un trueno formidable rimbombó sobre la misma cabeza del señorito, aturdiéndole. Alborotóse Maceo; giró bruscamente sobre sus patas traseras y se arrojó hacia el talud que dominaba el Sil. Vio Mauricio el tremendo peligro cuando otro relámpago le mostró el abismo y la superficie del agua; cerró los ojos, aceptando el juicio de la Providencia…, y el caballo, en su vértigo mortal, arrastró al jinete al fondo del despeñadero, tronchando en su caída los pinos y empujando las piedras del escarpe, cuyo ruido fragoroso, al rodar peñas abajo, remedaba aún los desatentados pasos del ciego que tropezaba y gemía.

 

Resumen del cuento

Una noche de Navidad, Mauricio encuentra un ciego perdido mientras cabalga bajo una tormenta, pero decide abandonarlo tras darle dinero, priorizando su comodidad. A medida que avanza, lo atormentan el remordimiento y la sensación de ser seguido por el mendigo. La tormenta se intensifica, y Mauricio, consumido por el miedo y la culpa, pierde el control de su caballo. Finalmente, Mauricio sufre un accidente mortal, como un trágico castigo por su egoísmo.

 

Análisis del cuento

El cuento refleja la lucha entre el egoísmo y el deber moral, mostrando cómo la indiferencia ante el sufrimiento ajeno puede atormentar la conciencia. El ciego simboliza la fragilidad y la necesidad de empatía, mientras que Mauricio encarna la insensibilidad y el arrepentimiento tardío.

 

Cuentos en YouTube

Si te gustan los cuentos para adultos, te invito a explorar más contenido en mi canal, donde comparto relatos como este, siempre seleccionados cuidadosamente para ofrecerte experiencias únicas y enriquecedoras. ¡No olvides suscribirte y dejarme tus comentarios para saber qué te ha parecido!


martes, 14 de diciembre de 2021

Cuentos de Navidad para adultos

Una colección de cuentos de Navidad

¿Te gusta la Navidad? Pues en el canal de YouTube Carla Narraciones encontrarás una selección de cuentos de Navidad para adultos. Estos relatos de Navidad, la mayoría de escritores consagrados, son peculiares que destacan por su genialidad.

Charles Dickens fue un escritor británico, máximo exponente de la novela realista decimonónica en Inglaterra y, aunque el cuento navideño más famoso de este autor es Cuento de Navidad, este famoso escritor británico indagó en Fantasmas de Navidad sobre el tema fantasmal y la Navidad, que en nada se parece al anterior. En esta ocasión, se habla de la existencia o no de los fantasmas y por lo tanto, de otra vida.

Es verdad que muchos escritores se subieron al carro de los relatos navideños, pero es interesante encontrar historias alejadas de convencionalismos, cada cual a su estilo y a su modo. Es el caso de Concha Espina, escritora española ganadora del Premio Nacional de Literatura en 1927, que nos muestra su maestría en la narrativa con el cuento El regalo de inocencia.

También podrás escuchar el cuento El suplicio de la muerte de Maria Lejárraga, una de esas mujeres brillantes y pioneras de la Edad de Plata de la literatura española. Fue una gran novelista, dramaturga, ensayista, traductora, feminista y, sin embargo, ausente de las portadas de sus libros, puesto que el nombre que leemos en sus obras es el de su marido, Gregoria Martínez Sierra, quien recibía todos los elogios.

Otra gran escritora, Emilia Pardo Bazán, que fue considerada la mejor novelista española del siglo XIX y una de las escritoras más destacadas de nuestra historia literaria y que, con su obra y con su vida, puso de manifiesto la capacidad de la mujer para ocupar en la sociedad los mismos puestos que el varón, sin renunciar a lo específicamente femenino. De entre los más de seiscientos cincuenta cuentos que llegó a publicar, he escogido  El ciego, un cuento original y tenebroso.

Finalmente, este audiolibro completo en español de cuentos navideños para adultos, lo culmina Tolstoi, con el cuento El perro muerto, un relato que habla de forma muy original de Jesús y sus discípulos. Leon Tolstoi se hizo mundialmente conocido principalmente por sus novelas "La guerra y la paz" y "Ana Karenina" pero también escribió muchos cuentos cortos. Fue un profundo pensador social y moral y uno de los más eminentes autores de narrativa realista de todos los tiempos

 

Audiolibro completo en español de cuentos navideños 

Después de mostraros cada uno de los cuentos que presento en este audiolibro completo en español, espero que podáis disfrutar de estos cuentos de Navidad para adultos. Si te gustan los cuentos cortos, puedes escuchar Cuentos de terror para adultos.

 

 

martes, 5 de octubre de 2021

Cuentos de amor de Emilia Pardo Bazán

 

Un gran referente en la literatura española

Emilia Pardo Bazán (La Coruña, 16 de septiembre de 1851-Madrid, 12 de mayo de 1921), hija de una familia aristocrática, de pensamiento progresista, se convirtió en una mujer muy culta y amante de la literatura. Esto le permitió vivir de su oficio, ser independiente y, a su vez, convertirse en un referente literario de primer nivel en la España de finales del siglo XIX y principios del XX.

Desde su infancia fue una lectora infatigable. A los nueve años, compuso sus primeros versos, y a los quince su primer cuento, que sería el primero de los numerosos cuentos que publicaría a lo largo de su vida. Mantuvo una relación con Galdós, de la que se ha conservado la correspondencia amorosa. Ademas, fue una mujer excepcional en la España de su época y precursora de las ideas feministas actuales. 

Durante los últimos años de su vida, Bazán recibió numerosos reconocimientos convirtiéndose en la primera mujer socia del Ateneo de Madrid en 1905 y nombrada catedrática de Literatura Contemporánea en la Universidad Central. Debido a una complicación de la diabetes, el 12 de mayo de 1921 falleció, pero dejando una huella indeleble, una mujer que se había convertido en uno de los grandes referentes de la historia de la literatura española.

Cuentos de amor

Emilia Pardo Bazán es una de las cuentistas más fecundas que ha producido la literatura de todos los tiempos, notables por su enorme número. Para esta ocasión he escogido dos cuentos de amor que se caracterizan por su gran talento narrativo, por su sensibilidad y un gran conocimiento del ser humano. En estos cuentos de amor puedes escuchar El amor asesinado y El viajero. Si te gustan los cuentos, te recomiendo escuchar un cuento para reflexionar de esta autora.

 

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