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viernes, 30 de agosto de 2024

Los mejores poemas de Borges

 

Dos poemas de Borges


A continuación, podéis escuchar en mi canal de YouTube, los mejores poemas de Jorge Luis Borges, pero he seleccionado dos de ellos que me han impactado profundamente y que quiero compartir con vosotros junto con una breve reflexión.

“El reloj de arena”, que Jorge Luis Borges, nos invita a reflexionar sobre la inevitabilidad del tiempo y la finitud de la existencia humana. El reloj de arena es un poderoso símbolo de cómo el tiempo sigue su curso sin detenerse. Este hecho, nos enfrenta con la realidad de nuestra mortalidad, y nos recuerda ya sea la transitoriedad de la vida, como la implacable naturaleza del tiempo.

 

EL RELOJ DE ARENA

Está bien que se mida con la dura

Sombra que una columna en el estío

Arroja o con el agua de aquel río

En que Heráclito vio nuestra locura

 

El tiempo, ya que al tiempo y al destino

Se parecen los dos: la imponderable

Sombra diurna y el curso irrevocable

Del agua que prosigue su camino.

 

Está bien, pero el tiempo en los desiertos

Otra substancia halló, suave y pesada,

Que parece haber sido imaginada

Para medir el tiempo de los muertos.

 

Surge así el alegórico instrumento

De los grabados de los diccionarios,

La pieza que los grises anticuarios

Relegarán al mundo ceniciento

 

Del alfil desparejo, de la espada

Inerme, del borroso telescopio,

Del sándalo mordido por el opio

Del polvo, del azar y de la nada.

 

¿Quién no se ha demorado ante el severo

Y tétrico instrumento que acompaña

En la diestra del dios a la guadaña

¿Y cuyas líneas repitió Durero?

 

Por el ápice abierto el cono inverso

Deja caer la cautelosa arena,

Oro gradual que se desprende y llena

El cóncavo cristal de su universo.

 

Hay un agrado en observar la arcana

Arena que resbala y que declina

Y, a punto de caer, se arremolina

Con una prisa que es del todo humana.

 

La arena de los ciclos es la misma

E infinita es la historia de la arena;

Así, bajo tus dichas o tu pena,

La invulnerable eternidad se abisma.

 

No se detiene nunca la caída

Yo me desangro, no el cristal. El rito

De decantar la arena es infinito

Y con la arena se nos va la vida.

 

En los minutos de la arena creo

Sentir el tiempo cósmico: la historia

Que encierra en sus espejos la memoria

O que ha disuelto el mágico Leteo.

 

El pilar de humo y el pilar de fuego,

Cartago y Roma y su apretada guerra,

Simón Mago, los siete pies de tierra

Que el rey sajón ofrece al rey noruego,

 

Todo lo arrastra y pierde este incansable

Hilo sutil de arena numerosa.

No he de salvarme yo, fortuita cosa

De tiempo, que es materia deleznable.

 

El poema "Instantes", atribuido a Jorge Luis Borges, reflexiona sobre la importancia de vivir con plenitud. A través de una voz que mira hacia atrás desde la vejez, expresa el deseo de haber vivido con más espontaneidad, valorando los momentos simples y auténticos. Este poema sugiere que lo verdaderamente valioso son los instantes vividos con intensidad y consciencia, en lugar de un enfoque excesivo en la planificación o en las preocupaciones innecesarias. El poema es una invitación a vivir el presente con mayor libertad y alegría, aprovechando cada oportunidad para disfrutar plenamente de la vida.

 

INSTANTES

Si pudiera vivir nuevamente mi vida,

en la próxima trataría de cometer más errores.

No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.

Sería más tonto de lo que he sido,

de hecho, tomaría muy pocas cosas con seriedad.

Sería menos higiénico.

Correría más riesgos,

haría más viajes,

contemplaría más atardeceres,

subiría más montañas, nadaría más ríos.

Iría a más lugares a donde nunca he ido,

comería más helados y menos habas,

tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata

y prolíficamente cada minuto de su vida;

claro que tuve momentos de alegría.

Pero si pudiera volver atrás trataría

de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,

sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca

iban a ninguna parte sin un termómetro,

una bolsa de agua caliente,

un paraguas y un paracaídas;

si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir

comenzaría a andar descalzo a principios

de la primavera

y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.

Daría más vueltas en calesita,

contemplaría más amaneceres,

y jugaría con más niños,

si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años...

y sé que me estoy muriendo


Cuentos de Borges

Si te gustan los cuentos para adultos, te invito a escuchar uno de los mejores cuentos de Borges en mi canal de YouTube.

 

 

 

martes, 3 de mayo de 2022

El libro de arena de Borges

 

Cuento de Borges

 

El libro de Arena es una obra de Jorge Luis Borges que aúna una serie de cuentos y relatos publicados en 1975. Se trata del último cuento de ese volumen; en esta narración Borges retoma tópicos desarrollados en cuentos anteriores.

 

En este cuento, todo empieza cuando un desconocido golpea la puerta de Borges y le ofrece el misterioso libro. Es un libro único, puesto que sus páginas nunca se repiten, ya que su contenido muta. Tal objeto obsesiona a Borges hasta el punto de considerarlo un peligro para la humanidad y entonces debe decidir qué hacer con él.

 

¿Por qué se llama libro de arena?

 

Este cuento se llama 'El libro de arena' porque, según el vendedor, ni el libro ni la arena tienen principio ni fin. Por un lado, en este relato Borges intenta plasmar la realidad vista desde la perspectiva de la lectura. El libro en este cuento, al no tener un inicio ni un final, se relaciona con la vida, ya que no existe una explicación aceptada como verdadera sobre cómo será su fin. De manera similar, es imposible prever el fin de la vida, por lo tanto, ésta es infinita en el sentido de que carece de un inicio o un final definidos

 

Cuento para adultos

 

A continuación puedes leer este cuento para adultos de Borges y, si quieres escucharlo en mi canal Carla Narraciones, aquí puedes disfrutar de la escucha de este cuento. Si te gustan los cuentos de Borges, te recomiendo El otro.

 

El libro de arena

 

 

…thy rope of sands…

George Herbert (1593-1623)

 

La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes… No, decididamente no es este, more geométrico, el mejor modo de iniciar mi relato. Afirmar que es verídico es ahora una convención de todo relato fantástico; el mío, sin embargo, es verídico.

 

Yo vivo solo, en un cuarto piso de la calle Belgrano. Hará unos meses, al atardecer, oí un golpe en la puerta. Abrí y entró un desconocido. Era un hombre alto, de rasgos desdibujados. Acaso mi miopía los vio así. Todo su aspecto era de pobreza decente. Estaba de gris y traía una valija gris en la mano. En seguida sentí que era extranjero. Al principio lo creí viejo; luego advertí que me había engañado su escaso pelo rubio, casi blanco, a la manera escandinava. En el curso de nuestra conversación, que no duraría una hora, supe que procedía de las Orcadas.

 

Le señalé una silla. El hombre tardó un rato en hablar. Exhalaba melancolía, como yo ahora.

 

–Vendo biblias –me dijo.

 

No sin pedantería le contesté:

 

–En esta casa hay algunas biblias inglesas, incluso la primera, la de John Wiclif. Tengo asimismo la de Cipriano de Valera, la de Lutero, que literariamente es la peor, y un ejemplar latino de la Vulgata. Como usted ve, no son precisamente biblias lo que me falta.

 

Al cabo de un silencio me contestó:

 

–No solo vendo biblias. Puedo mostrarle un libro sagrado que tal vez le interese. Lo adquirí en los confines de Bikanir.

 

Abrió la valija y lo dejó sobre la mesa. Era un volumen en octavo, encuadernado en tela. Sin duda había pasado por muchas manos. Lo examiné; su inusitado peso me sorprendió. En el lomo decía Holy Writ y abajo Bombay.

 

–Será del siglo diecinueve –observé.

 

–No sé. No lo he sabido nunca –fue la respuesta.

 

Lo abrí al azar. Los caracteres me eran extraños. Las páginas, que me parecieron gastadas y de pobre tipografía, estaban impresas a dos columnas a la manera de una biblia. El texto era apretado y estaba ordenado en versículos. En el ángulo superior de las páginas había cifras arábigas. Me llamó la atención que la página par llevara el número (digamos) 40.514 y la impar, la siguiente, 999. La volví; el dorso estaba numerado con ocho cifras. Llevaba una pequeña ilustración, como es de uso en los diccionarios: un ancla dibujada a la pluma, como por la torpe mano de un niño.

 

Fue entonces que el desconocido me dijo:

 

–Mírela bien. Ya no la verá nunca más.

 

Había una amenaza en la afirmación, pero no en la voz.

 

Me fijé en el lugar y cerré el volumen. Inmediatamente lo abrí. En vano busqué la figura del ancla, hoja tras hoja. Para ocultar mi desconcierto, le dije:

 

–Se trata de una versión de la Escritura en alguna lengua indostánica, ¿no es verdad?

 

–No –me replicó.

 

Luego bajó la voz como para confiarme un secreto:

 

–Lo adquirí en un pueblo de la llanura, a cambio de unas rupias y de la Biblia. Su poseedor no sabía leer. Sospecho que en el Libro de los Libros vio un amuleto. Era de la casta más baja; la gente no podía pisar su sombra, sin contaminación. Me dijo que su libro se llamaba el Libro de Arena, porque ni el libro ni la arena tienen ni principio ni fin.

 

Me pidió que buscara la primera hoja.

 

Apoyé la mano izquierda sobre la portada y abrí con el dedo pulgar casi pegado al índice. Todo fue inútil: siempre se interponían varias hojas entre la portada y la mano. Era como si brotaran del libro.

 

–Ahora busque el final.

 

También fracasé; apenas logré balbucear con una voz que no era la mía:

 

–Esto no puede ser.

 

Siempre en voz baja el vendedor de biblias me dijo:

 

–No puede ser, pero es. El número de páginas de este libro es exactamente infinito. Ninguna es la primera; ninguna la última. No sé por qué están numeradas de ese modo arbitrario. Acaso para dar a entender que los términos de una serie infinita admiten cualquier número.

 

Después, como si pensara en voz alta:

 

–Si el espacio es infinito estamos en cualquier punto del espacio. Si el tiempo es infinito estamos en cualquier punto del tiempo.

 

Sus consideraciones me irritaron. Le pregunté:

 

–¿Usted es religioso, sin duda?

 

–Sí, soy presbiteriano. Mi conciencia está clara. Estoy seguro de no haber estafado al nativo cuando le di la Palabra del Señor a trueque de su libro diabólico.

 

Le aseguré que nada tenía que reprocharse, y le pregunté si estaba de paso por estas tierras. Me respondió que dentro de unos días pensaba regresar a su patria. Fue entonces cuando supe que era escocés, de las islas Orcadas. Le dije que a Escocia yo la quería personalmente por el amor de Stevenson y de Hume.

 

–Y de Robbie Burns –corrigió.

 

Mientras hablábamos yo seguía explorando el libro infinito. Con falsa indiferencia le pregunté:

 

–¿Usted se propone ofrecer este curioso espécimen al Museo Británico?

 

–No. Se lo ofrezco a usted –me replicó, y fijó una suma elevada.

 

Le respondí, con toda verdad, que esa suma era inaccesible para mí y me quedé pensando. Al cabo de unos pocos minutos había urdido mi plan.

 

–Le propongo un canje –le dije–. Usted obtuvo este volumen por unas rupias y por la Escritura Sagrada; yo le ofrezco el monto de mi jubilación, que acabo de cobrar, y la Biblia de Wiclif en letra gótica. La heredé de mis padres.

 

–A black letter Wiclif –murmuró.

 

Fui a mi dormitorio y le traje el dinero y el libro. Volvió las hojas y estudió la carátula con fervor de bibliófilo.

 

–Trato hecho –me dijo.

 

Me asombró que no regateara. Solo después comprendería que había entrado en mi casa con la decisión de vender el libro. No contó los billetes, y los guardó.

 

Hablamos de la India, de las Orcadas y de los jarls noruegos que las rigieron. Era de noche cuando el hombre se fue. No he vuelto a verlo ni sé su nombre.

 

Pensé guardar el Libro de Arena en el hueco que había dejado el Wiclif, pero opté al fin por esconderlo detrás de unos volúmenes descabalados de Las mil y una noches.

 

Me acosté y no dormí. A las tres o cuatro de la mañana prendí la luz. Busqué el libro imposible, y volví las hojas. En una de ellas vi grabada una máscara. El ángulo llevaba una cifra, ya no sé cuál, elevada a la novena potencia.

 

No mostré a nadie mi tesoro. A la dicha de poseerlo se agregó el temor de que lo robaran, y después el recelo de que no fuera verdaderamente infinito. Esas dos inquietudes agravaron mi ya vieja misantropía. Me quedaban unos amigos; dejé de verlos. Prisionero del Libro, casi no me asomaba a la calle. Examiné con una lupa el gastado lomo y las tapas, y rechacé la posibilidad de algún artificio. Comprobé que las pequeñas ilustraciones distaban dos mil páginas una de otra.

Las fui anotando en una libreta alfabética, que no tardé en llenar. Nunca se repitieron. De noche, en los escasos intervalos que me concedía el insomnio, soñaba con el libro.

 

Declinaba el verano, y comprendí que el libro era monstruoso. De nada me sirvió considerar que no menos monstruoso era yo, que lo percibía con ojos y lo palpaba con diez dedos con uñas. Sentí que era un objeto de pesadilla, una cosa obscena que infamaba y corrompía la realidad.

 

Pensé en el fuego, pero temí que la combustión de un libro infinito fuera parejamente infinita y sofocara de humo al planeta.

 

Recordé haber leído que el mejor lugar para ocultar una hoja es un bosque. Antes de jubilarme trabajaba en la Biblioteca Nacional, que guarda novecientos mil libros; sé que a mano derecha del vestíbulo una escalera curva se hunde en el sótano, donde están los periódicos y los mapas. Aproveché un descuido de los empleados para perder el Libro de Arena en uno de los húmedos anaqueles. Traté de no fijarme a qué altura ni a qué distancia de la puerta.

 

Siento un poco de alivio, pero no quiero ni pasar por la calle México.

 

FIN

jueves, 28 de abril de 2022

Uno de los mejores cuentos de Borges

 

Cuento para adultos

Sin  duda, El otro, es uno de los mejores cuentos para adultos de Borges y me gustaría que lo escucharas en mi canal de YouTube Carla Narraciones

La temática de "El otro" gira en torno al encuentro con uno mismo. Borges se confronta con su alter ego, una manifestación de lo que aspiramos a ser, aunque esta confrontación se desarrolle únicamente en el ámbito onírico. Por ende, considero que en esta obra se evidencia una profunda exploración identitaria por parte del autor: un diálogo entre lo que fue y lo que anhelaba haber sido.

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges, más conocido como Jorge Luis Borges, fue un destacado escritor argentino de cuentos, poemas y ensayos, ampliamente considerado una figura clave tanto en la literatura en habla hispana como en la literatura universal.

La vida de Borges fue muy intensa y aquí os presento los datos más relevantes de su biografía que vale la pena conocer.


Biografía

Escritor argentino considerado una de las grandes figuras de la literatura en lengua española del siglo XX. Cultivador de variados géneros, que a menudo fusionó deliberadamente, Jorge Luis Borges ocupa un puesto excepcional en la historia de la literatura por sus relatos breves. 

Nació el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires. Su padre era profesor y junto a su hermana fue educado en casa. Debido a una enfermedad ocular del padre decidió viajar a Suiza para consultar a un oftalmólogo. La familia iba a permanecer solo unos meses, pero en agosto estalló la I Guerra Mundial y la estancia se prolongó durante cuatro años donde Borges estudió allí el bachillerato (1914-1918) y perfeccionó el francés, idioma en que se impartían las asignaturas.

También estudió, por su cuenta, alemán y, de esa época, data su conocimiento de Schopenhauer, a quien siempre admiró. Posteriormente, a finales de 1918, los Borges se trasladaron a España, primero a Barcelona y luego a Palma de Mallorca y, finalmente, Sevilla, donde Borges se inició en la corriente ultraísta En Madrid conoció a Rafael Cansinos Assens, a quien consideró su maestro y será en España escribió algunas composiciones. La obra literaria de Borges se divide en tres vertientes: el ensayo filosófico y literario, la poesía y el cuento, al que acaso deba, en mayor medida, su celebridad En 1921, la familia regresó a Buenos Aires y la llegada a este país, inspiraron en Borges, los poemas de su primer libro Fervor de Buenos Aires”. Concretamente, Borges se inició en el campo de las letras con tres libros de poesía y varias obras de ensayo. Además, esa fascinación de su regreso a Argentina influyó en la composición de otros libros como Luna de enfrente (1925); Cuaderno San Martín (1929), que recibió el segundo Premio Municipal de Literatura, y Evaristo Carriego (1930). 

Cabe destacar, que durante esos años formó un pequeño grupo ultraísta y participó en la creación de varias revistas, también en esa época datan sus relaciones con Ricardo Güiraldes, Macedonio Fernández, Alfonso Reyes y Oliverio Girondo. En 1932 publica su libro de ensayos Discusión. Poco después, en un suplemento de la revista Crítica, publicó bajo seudónimo su primer cuento importante, titulado Hombre de la esquina rosada, incluido después en Historia universal de la infamia (1935). A mediados de la década de 1930 empezó a escribir para El Hogar, donde se ocupó de la sección de libros y autores extranjeros, escribiendo reseñas y semblanzas. En 1936 apareció Historia de la eternidad. Posteriormente, publica el cuento de Babel, inspirado por su experiencia laboral como primer asistente en la biblioteca Miguel Cané.

A finales de 1938, después de sufrir un aparatoso accidente subiendo unas escaleras, escribe un relato que cambiaría el curso de su producción literaria, Pierre Menard, autor de Quijote, incluido por el autor en Ficciones (1944), una de sus colecciones de cuentos más importantes. En Ficciones se incluyen algunos de sus relatos más conocidos como La biblioteca de Babel y El jardín de los senderos que se bifurcan. En 1944 publica Artificios, que incluye el celebérrimo cuento Funes el memorioso, basado en sus largas noches de insomnio, y en 1949 aparece una de sus mejores colecciones de relatos, El Aleph. También escribió numerosas obras escritas en colaboración, en especial los cuentos policíacos firmados con Adolfo Bioy Casares y Antiguas literaturas germánicas (1951) con Cecilia Ingenieros. Con Bioy Casares publicó también una celebrada Antología de la literatura fantástica (1940).

En 1946, con Perón ya en el poder, se le informó que había sido trasladado a otro departamento y nombrado “inspector de aves, conejos y huevos” y Borges renunció a su puesto. En 1950 alcanzó la presidencia de la Sociedad Argentina de Escritores, cargo que ostentó hasta 1953. En 1955 se incorporó a la Academia Argentina de Letras y fue nombrado director de la Biblioteca Nacional, cargo que ocupó hasta 1973. A partir de 1955 trabajó como profesor de Literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires. En 1956 recibió el Premio Nacional de Literatura. 

Aunque no será hasta 1960 que su obra sea valorada universalmente como una de las más originales de la literatura hispanoamericana y, a partir de entonces, se sucedieron los premios y los reconocimientos. En algunos libros como El hacedor (1960) o El oro de los tigres (1972), Borges combinó la prosa con el verso. También escribió poemarios El otro (1964); Elogio de la sombra (1969);  La rosa profunda (1975); La moneda de hierro (1976); Historia de la noche (1977) y sus espléndidas dos últimas colecciones; La cifra (1981) y Los conjurados (1985). 

 

Otras obras importantes son El informe de Brodie (1970), que incluye uno de sus cuentos favoritos, La intrusa y, otro de sus grandes libros de cuentos es El libro de arena (1975). Finalmente, murió en Ginebra, el 14 de junio de 1986 debido a un enfisema pulmonar.

 

El mejor cuento de Borges

Borges solía encontrarse en sus relatos con otros Borges, y "El otro" es un ejemplo claro de ello. Este cuento, el primero de los que conforman El libro de arena, publicado por Jorge Luis Borges en 1975, es una obra maestra que invita a una profunda reflexión. Es un relato que, con un análisis detallado, puede conducirnos a múltiples interpretaciones y conclusiones. 

A lo largo de la literatura, desde Narciso hasta Blancanieves, y desde Valle Inclán hasta Borges, el espejo ha sido un símbolo fundamental. En "El otro", un Borges anciano se enfrenta a su yo joven. Este encuentro permite al Borges viejo trazar una biografía en la que se entrelazan su visión de la evolución histórica y política. A su vez, el Borges joven refleja al idealista y arrogante muchacho que fue durante su etapa formativa en Ginebra, una etapa que culmina en España.

Borges finalmente acepta la idea de que la vida puede interpretarse como un sueño, un concepto recurrente en su obra. A menudo, cuando evocamos recuerdos de nuestra vida, nos encontramos con versiones pasadas de nosotros mismos, y comprendemos cómo y por qué nos hemos convertido en quienes somos. Como Borges sugiere en su cuento "El otro", el hombre de ayer no es el mismo que el de hoy. El paso del tiempo nos transforma, y aunque enfrentarnos a nuestro reflejo, ya sea en el pasado o en el presente, puede ser inquietante, quizás sea más reconfortante sumergirse en la evocación de los recuerdos que en su cruda imagen reflejada.


Espero que te guste este cuento para adultos de Borges . También te recomiendo cuentos de Hermann Hesse 


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