Dos poemas de Borges
A
continuación, podéis escuchar en mi canal de YouTube, los mejores poemas de Jorge Luis Borges, pero he
seleccionado dos de ellos que me han impactado profundamente y que quiero
compartir con vosotros junto con una breve reflexión.
“El
reloj de arena”, que Jorge Luis Borges, nos invita a reflexionar sobre la inevitabilidad del tiempo y la
finitud de la existencia humana. El reloj de arena es un poderoso símbolo de
cómo el tiempo sigue su curso sin detenerse. Este hecho, nos enfrenta con la
realidad de nuestra mortalidad, y nos recuerda ya sea la transitoriedad de la vida, como la implacable
naturaleza del tiempo.
EL
RELOJ DE ARENA
Está
bien que se mida con la dura
Sombra
que una columna en el estío
Arroja
o con el agua de aquel río
En
que Heráclito vio nuestra locura
El
tiempo, ya que al tiempo y al destino
Se
parecen los dos: la imponderable
Sombra
diurna y el curso irrevocable
Del
agua que prosigue su camino.
Está
bien, pero el tiempo en los desiertos
Otra
substancia halló, suave y pesada,
Que
parece haber sido imaginada
Para
medir el tiempo de los muertos.
Surge
así el alegórico instrumento
De
los grabados de los diccionarios,
La
pieza que los grises anticuarios
Relegarán
al mundo ceniciento
Del
alfil desparejo, de la espada
Inerme,
del borroso telescopio,
Del
sándalo mordido por el opio
Del
polvo, del azar y de la nada.
¿Quién
no se ha demorado ante el severo
Y
tétrico instrumento que acompaña
En
la diestra del dios a la guadaña
¿Y
cuyas líneas repitió Durero?
Por
el ápice abierto el cono inverso
Deja
caer la cautelosa arena,
Oro
gradual que se desprende y llena
El
cóncavo cristal de su universo.
Hay
un agrado en observar la arcana
Arena
que resbala y que declina
Y,
a punto de caer, se arremolina
Con
una prisa que es del todo humana.
La
arena de los ciclos es la misma
E
infinita es la historia de la arena;
Así,
bajo tus dichas o tu pena,
La
invulnerable eternidad se abisma.
No
se detiene nunca la caída
Yo
me desangro, no el cristal. El rito
De
decantar la arena es infinito
Y
con la arena se nos va la vida.
En
los minutos de la arena creo
Sentir
el tiempo cósmico: la historia
Que
encierra en sus espejos la memoria
O
que ha disuelto el mágico Leteo.
El
pilar de humo y el pilar de fuego,
Cartago
y Roma y su apretada guerra,
Simón
Mago, los siete pies de tierra
Que
el rey sajón ofrece al rey noruego,
Todo
lo arrastra y pierde este incansable
Hilo
sutil de arena numerosa.
No
he de salvarme yo, fortuita cosa
De
tiempo, que es materia deleznable.
El
poema "Instantes", atribuido a Jorge Luis Borges, reflexiona sobre la
importancia de vivir con plenitud. A través de una voz
que mira hacia atrás desde la vejez, expresa el deseo de haber vivido
con más espontaneidad, valorando los momentos simples y
auténticos. Este poema sugiere que lo verdaderamente
valioso son los instantes vividos con intensidad y consciencia, en lugar de un
enfoque excesivo en la planificación o en las preocupaciones innecesarias. El
poema es una invitación a vivir el presente con mayor libertad y alegría,
aprovechando cada oportunidad para disfrutar plenamente de la vida.
INSTANTES
Si
pudiera vivir nuevamente mi vida,
en
la próxima trataría de cometer más errores.
No
intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería
más tonto de lo que he sido,
de
hecho, tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería
menos higiénico.
Correría
más riesgos,
haría
más viajes,
contemplaría
más atardeceres,
subiría
más montañas, nadaría más ríos.
Iría
a más lugares a donde nunca he ido,
comería
más helados y menos habas,
tendría
más problemas reales y menos imaginarios.
Yo
fui una de esas personas que vivió sensata
y
prolíficamente cada minuto de su vida;
claro
que tuve momentos de alegría.
Pero
si pudiera volver atrás trataría
de
tener solamente buenos momentos.
Por
si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo
de momentos; no te pierdas el ahora.
Yo
era uno de esos que nunca
iban
a ninguna parte sin un termómetro,
una
bolsa de agua caliente,
un
paraguas y un paracaídas;
si
pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si
pudiera volver a vivir
comenzaría
a andar descalzo a principios
de
la primavera
y
seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría
más vueltas en calesita,
contemplaría
más amaneceres,
y
jugaría con más niños,
si
tuviera otra vez vida por delante.
Pero
ya ven, tengo 85 años...
y
sé que me estoy muriendo
Cuentos de Borges
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